3 proyectos de inteligencia artificial que no conocías

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A menudo cuando hablamos de proyectos de inteligencia artificial nos imaginamos algo aburrido y muy tedioso de escuchar. ¿Pero qué sucede cuando el potencial creativo del ser humano supera todo lo demás?

En este artículo compartimos contigo 3 proyectos de inteligencia artificial ¡que no te dejarán indiferente!

SAM: el político robot

¿Un robot podría ayudar a que la sociedad fuera más justa?

‘Sam’ es el primer político virtual del mundo con el que los usuarios pueden interactuar a través de Facebook Messenger, lo que le permite ir aprendiendo progresivamente sobre las necesidades de los ciudadanos.

El chatbot de IA afirma tener en cuenta la voz de todos, sin prejuicios ni planteamientos subjetivos. Según ‘Sam’, él toma decisiones basadas tanto en hechos como en opiniones, pero nunca dice una mentira ni tergiversa la información a sabiendas.

Es posible que no pase mucho tiempo antes de que veamos a ‘Sam’ en acción, ya que su creador afirma que estará listo para postularse al cargo político en Zueva Zelanda en 2020.

Eternime: la inmortalidad con un fantasma digital

¿Qué pasaría si pudieras vivir para siempre como un avatar digital?

El objetivo de Eternime es que la gente en el futuro pueda interactuar con tus recuerdos, historias e ideas, casi como si te estuvieran hablando.

El avatar se crea dando acceso a Eternime a sus perfiles de redes sociales, y sus algoritmos entonces revisarán los mensajes y construirán un perfil, creando una versión digital que eventualmente interactuará con la gente viva del mundo real.

Luego basta con añadir un holograma y una versión de su voz reproducida de forma convincente para que aparezca un fantasma digital.

Beer Fingerprinting Project: «en busca de la cerveza perfecta»

Carlsberg y Microsoft han puesto sus fuerzas en conjunto para aliarse y obtener “la mejor cerveza del mundo”. ¿Cómo conseguirlo? Con la posibilidad que le brinda la inteligencia artificial de adaptar el sabor de la cerveza a los gustos del público.

La idea surgió de Jochen Förster, que es director del departamento de fermentación de levaduras del Grupo Carlsberg. Y se basaba, nada más y nada menos, que en utilizar una serie de sensores de alta tecnología que pudieran medir con precisión los matices y aromas de la cerveza, trazando una «huella dactilar del sabor» para cada muestra.

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